Carta de Vania.

Un día, dentro de diez, quince, veinte años, los ucranianos de hoy se levantarán de la cama, se mirarán a los ojos y se dirán los unos a los otros: te acuerdas del largo 2014…. se acordarán y se sonreirán, con el pecho henchido y se susurrarán: yo conseguí un casco, unas botas, unos móviles viejos porque son indetectables, había un chico en mi barrio con una furgoneta vieja, corría de punta a punta del país dos veces por semana, matemáticamente no podía dormir, pero de punta a punta, y semana a semana, llegaba al frente, sacaba fotos, las veíamos todos… me salió un extra y lo entregué sin dudar, pasaba todos los jueves y compraba cigarrillos y café para los soldados, arreglamos un BTR entre los jubilados a machamartillo, Taras silbaba el himno, nos parecía tan ridículo como precioso… pero lo envidiabamos, él no se permitía dudar.

Un día los ucranianos se mirarán a los ojos y se sentirán orgullosos, y a tantos, tantos se les caerá la cara de vergüenza…. Os voy a contar una historia personal, cuando estuve en el Maidán un día, en la puerta del Palacio de Octubre, mientras fumaba junto a la guardia, al caer la noche, se apareció un viejito con dos bolsas de manzanas, recién cogidas de su huerta, nos dijo: «héroes de Ucrania, disculpar que os traiga sólo estas manzanas, vengo de muy lejos, no tengo otra cosa» y se arrodiló, dimos una par de zancadas y lo alzamos, alguien dijo: «el héroe es usted, gracias por venir». A todos se nos llenaron de lágrimas los ojos. Le ayudé a repartir las manzanas entre la gente, a todos les contaba su historia, un viaje largo, en tren, no pudo venir antes, estuvo enfermo, pedía perdón. Yo estaba muy sucio, el pelo un poco crespo, sin afeitar. Se volvió hacia mí, me di cuenta de que no debía de ver muy bien, tenía un principio de cataratas. ¿De dónde eres? Soy español, pero vivo en Lviv. No digas tonterías, eres ucraniano, entiendes ucraniano, y se rió, como un niño de cinco años, celebrando nuestras diferencias, celebrando nuestras semejanzas.

Por Vania.