El traductor neerlandés, que se sabe de memoria el texto del Testamento, de T. Shevchenko, comparte su afecto por Pushkin, su repulsión por Putin y la desmitologización del alma rusa.
La literatura rusa, y primordialmente, Pushkin, llenan toda la vida de Hans Boland. Este célebre traductor neerlandés, lingüista de eslavas y, además, escritor, ha traducido casi todos los trabajos líricos del «más importante poeta ruso». Más aún, familiarizó a los lectores neerlandeses con Ajmátova y ha trabajado con los textos de Dostoyévski, Lérmontov, Mandelshtám, Nabókov, Shalámov y muchos más.
No obstante, los intereses profesionales no han sesgado su posición en lo civil y su cojunto de valores. En agosto de 2014, cuando Boland fue homenajeado con una invitación al Kremlin, para recibir el Premio Pushkin de las manos del Presidente de Rusia, rechazó la medalla sin siquiera dudarlo. «Recibiría tal honor con la mayor gratitud posible, si no fuera por su Presidente, cuyo comportamiento y forma de pensar desprecio y aborrezco», escribió el traductor en su carta al Agregado Cultural en la embajada rusa. «Representa un gran peligro para la libertad y la paz en nuestro planeta. Quiera Dios que sus ideales sean rápida y totalmente destruidos. Cualquier relación entre él y yo, entre su nombre y Pushkin es repugnante e intolerable para mi».
En el marco del 22º Foro de Editores de Lviv, Hans Boland presentará la traducción al ucraniano de su libro autobiográfico Mi Alma Rusa, impreso por los Editores Zhupansky. En la víspera del acto, el famoso traductor concedió una entrevista exclusiva a Route No 1.
Luego de rechazar la medalla Pushkin de manos de Putin, la prensa rusa arrastró su nombre por el barro. Me consta que usted se planteó incluso iniciar acciones legales. ¿Qué fue de aquello? ¿Cómo afectó el conflicto con el régimen del Kremlin su percepción de la literatura rusa?
«Es siempre muy difícil para un hombre del común luchar contra la ausencia del Imperio de la Ley en un Estado. Es difícil en un país democrático, y aún más cuando un Estado se basa en la falta de respeto a las normas, cuando, para más inri, dicha ausencia de legalidad es la fuerza que tracciona a una sociedad. Estas cosas son incluso más desagradables cuando se trata de Rusia, porque la mezcla de patoterismo (gangsterismo) y cobardía, típica de Putin y de sus compinches, los insta a evitar confrontaciones abiertas. Su instinto es responder con maldad a un acto de decencia. Putin siempre fue un espía de pacotilla, moldeado por la URSS. Es esta mezquindad lo que lo diferencia de su inspirador, Stalin, (e incluso de Hitler). Ustedes podrían preguntarse, ¿quién se encargaría de combatir a este gusano? Personalmente yo estoy listo para combatir el mal, del cual Putin es uno de sus más prominentes representantes. Y lo estoy por mi amor hacia Pushkin, Ajmátova y hacia otros. La autoridad es temporal, mientras que la poesía es eterna.»
«MI DESEO ES QUE EL LECTOR UCRANIANO SIENTA QUE SU PAÍS ESTÁ SIGUIENDO EL CAMINO CORRECTO»
Ha aparecido una cierta tendencia en Occidente a trazar una línea divisoria entre las autoridades rusas y la herencia cultural rusa. A la cultura rusa, tradicionalmente, se la ha representado oponiéndose al poder. En su opinión, ¿es correcto ese planteamiento? ¿Cómo explica el hecho de que la mayor parte de los artistas en la Rusia de hoy apoye la agresión del Kremlin a Ucrania?
«¡Y Pushkin en su tiempo apoyó la agresión a Polonia! Yo citaré solamente dos ejemplos, que pienso son muy oportunos. Tome dos contemporános: Dostoyévski y Dickens, ambos grandes escritores. Y compare el estado mental desesperado, desolado y hasta inhumano en casi todos los personajes del primer autor, con el espíritu humano luminoso y amoroso de las figuras positivas del segundo. Mientras que Dostoyévski difícilmente tenga algún personaje querible para ofrecer, Dickens los tiene en cantidad. Y le recuerdo que las novelas de ambos autores tienen personajes con enormes problemas en sus vidas.»
«Otro ejemplo: Tolstoy y Multatuli (un escritor neerlandés cuyo verdadero nombre era Eduard Douwes Dekker, 1820-87- autor). Ambos son grandes escritores, y contemporáneos. Multatuli se ha ganado un lugar en la eternidad por sus exposiciones proféticas del colonialismo holandés. Mientras tanto, el colonialismo ruso (que, probablemente, es el único que aún existe hoy) nunca generó resentimiento en el Conde Tolstoy ni en ningún otro escritor ruso. Multatuli escribe sobre las mujeres con respeto, con profundo convencimiento de la igualdad de sexos, ¡mientras que Tolstoy describe la desdichada, existencia sin sentido y pecaminosa de Anna K.! Entiendo que no es exactamente la respuesta a su pregunta, pero espero que estos dos ejemplos permitan reflexionar sobre ello.»
En el Foro de Editores, usted presentará la traducción al ucraniano de su libro Mi Alma Rusa. ¿Qué lo hace importante para usted personalmente? ¿Se ha traducido alguna otra de sus obras al ucraniano?
«En Mi Alma Rusa (el título es una ironía) describo mi relación de 35 años con Rusia (el libro fue publicado en 2005), empezando por el estudio de lenguas eslavas en la Universidad de Ámsterdam durante la Guerra Fría y hasta mi estadía de seis años en San Petersburgo como profesor asociado de neerlandés durante los tiempos salvajes de Yeltsin. Un viaje a través de la Rusia de Putin confirma la parte autobiográfica del libro. El tema central es la desmitificación del lugar común que es el alma rusa. En cierto sentido, es también un intento de juicio en última instancia a la parte más importante de mi propia vida. Es la primera traducción que se ha hecho de mi libro, y estoy particularmente orgulloso de él, ya que aparece en un momento esencial y trágico. Tengo el ferviente deseo de que el lector ucraniano perciba que el país está siguiendo el camino correcto, el camino que lleva de la opresión y la obscuridad a la libertad y la luz.»
«LOS RECIENTES ACONTECIMIENTOS EN UCRANIA HAN ABIERTO LOS OJOS DE LOS HOLANDESES A LA ESENCIA DE LA NACIÓN RUSA COMO NO LO HABÍA HECHO ANTES NINGÚN OTRO GIRO DE LA HISTORIA»
En una de sus entrevistas, usted mencionó una visita a Kyiv en los años setenta. ¿Lo trajo su vida personal o su carrera profesional nuevamente a Ucrania luego de ello?
«Mi primera visita a Kyiv fue en 1978. En aquel entonces escribí que su ambiente se parecía más a la alegre Ámsterdam que a la lóbrega Moscú. Recuerdo los verdes castaños, la imponente Maidan, Jreshchatyk y, por supuesto el majestuoso Dnipro. Regresé ya después de que Ucrania se liberase del yugo soviético. He viajado por la Ucrania occidental unas cinco veces. He estado en Crimea tres veces. Aprendí algo de ucraniano: una lengua hermosa, rica e interesante. He leído los poemas de Shevchenko. Un poeta sin par. Me aprendí su Testamento de memoria.»
El filósofo francés Philippe de Lara declaró en una entrevista a The Day que la cultura ucraniana había quedado prácticamente olvidada en Occidente: o bien se desconocía, o se la consideraba parte de la cultura rusa. ¿Está usted de acuerdo con esta opinión?
«Pues, por degracía, sí. Hasta 1991, los neerlandeses apenas sabían algo Ucrania. Por supuesto, uno tiene que buscar las causas en el tristemente célebre mesianismo ruso, el deseo de gobernar el mundo y liderar a la humanidad. A veces, este deseo se eleva al nivel de trastorno psíquico. En Ucrania, condujo a la opresión, la mayor de las veces, bastante violenta, de todo lo ucraniano: la lengua y la literatura, la religión, las tradiciones. Catalina II y Stalin fueron acaso los mayores opresores. Tanto fue así que, aunque fue Rusia la que nació de Ucrania, y no al revés, debido a la sistemática distorsión de los hechos históricos para satisfacer necesidades ideológicas (no hay más que recordar el concepto de la Gran Rusia), el mundo entero (y, por desgracia, incluidos los propios ucranianos) creía cada vez más este distorsionado retrato de la historia y la cultura, creyendo en el Gran Hermano. ¡Pero Volodymyr el Grande, Bautista de Rusia, Volodymyr Monómaco, y muchos otros fundadores de la nación y cultura rusa eran de origen ucraniano, y no ruso! ¿Y, qué decir de la madre de todas las ciudades rusas? [Kyiv, N. del T.]
«Estas circunstancias acarrearon dos efectos fatales: la insorportable arrogancia del gran hermano/enemigo, por un lado, y el complejo de inferioridad en el oprimido pueblo ucraniano, por otro. Afortunadamente, durante los últimos años, la mente occidental ha experimentado cambios profundos. A decir verdad, hasta ahora, se refieren sobre todo a desarrollos políticos. Aunque resulte sorprendente, son los recientes acontecimientos en Ucrania los que han abrierto los ojos de los holandeses (y los europeos) a la esencia de la nación rusa como no lo había hecho antes ningún otro giro histórico. Debemos estar agradecidos por ello. Ahora, los ucranianos vienen con frecuencia a los Países Bajos, y es muy bueno, porque nada despierta el más sincero interés como lo hace la comunicación directa.»
Fuente: Roman HRYVINSKY, The Day, 8 de febrero de 2016