Moscú intenta desesperadamente presentar su fracaso en Ucrania como una victoria, pero ¿lo conseguirá?

Se acerca la fecha de investidura del presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, y se habla de las condiciones y garantías necesarias para un alto el fuego entre los dos países eslavos, cada uno con sus propias exigencias y visión para lograrlo.
El 24 de febrero de este año se cumplirán tres años de la invasión rusa a gran escala de Ucrania. A pesar de los esfuerzos de Moscú por presentar los resultados de su locura como una victoria, la llamada OME (operación militar especial) demostró estar lejos de ser un paseo por el parque para las tropas rusas.
Según las estimaciones más conservadoras de las agencias de inteligencia occidentales, incluidas las recientes declaraciones de Donald Trump, las pérdidas de personal de rusia ascienden a, al menos, a 600 000 personas. Cientos y miles de unidades de equipo militar se han convertido en chatarra y el complejo militar-industrial ruso apenas puede hacer frente al déficit resultante.
Desde el punto de vista económico, no hay argumentos a favor de la narrativa de la victoria. En los primeros meses de la OME, hasta un millón de ciudadanos cualificados y formados abandonaron rusia, y la actual afluencia de centroasiáticos apunta a una grave escasez de personal en el país, causada principalmente por las enormes pérdidas en el frente.
La asignación de un tercio del presupuesto anual a las necesidades militares ha provocado agujeros en otros sectores de la economía y los servicios sociales. Cada mes se producen en rusia al menos 6000 accidentes laborales, la inflación a finales de 2024 era de casi el 10 % y las tarifas de la vivienda y los servicios públicos aumentarán un 12 % este año.
Tanto el comercio exterior como la política exterior de rusia atraviesan igualmente una crisis. Bajo la presión de las sanciones, Rusia ha perdido sus mercados de gas y petróleo de primera calidad, que ha tenido que ceder a los países de la OPEP y a Estados Unidos. Unos 300 000 millones de dólares en reservas de divisas permanecen congelados en bancos occidentales, con la perspectiva de utilizarlos para la reconstrucción de Ucrania.
El resultado ha sido que Moscú se ha visto obligado a vender recursos energéticos a India y China a precios muy bajos. Además, en el caso de China, incluso aprobó la deforestación en Siberia y el Lejano Oriente, transfiriendo más de un millón de hectáreas de tierras rusas a empresas chinas en régimen de arrendamiento a largo plazo, en contraste con algo más de 67 mil metros cuadrados de tierras ucranianas incautadas desde 2014.
También hay que recordar que la excusa de Putin para la OME era impedir la expansión de la OTAN hacia el este, pero en este caso también las cosas salieron mal. Por el contrario, la frontera de la OTAN con rusia se ha duplicado en casi tres años con la incorporación de Finlandia en 2023 y, posteriormente, de Suecia en 2024.
Desde el punto de vista del prestigio, Vladimir putin sigue encabezando la lista de líderes mundiales fracasados. Su miopía política ha llevado a otros Estados, antaño aliados, en particular de la OTSC, a pensárselo dos veces antes de acercarse a moscú. Y el fracaso de la campaña rusa en Siria ha debilitado por completo la confianza en el líder ruso.
Es justo señalar que las tristemente célebres «líneas rojas» del kremlin tienden también a expandirse infinitamente, como han demostrado los últimos meses de guerra. La entrega de F16 a las fuerzas ucranianas, así como el permiso de la Casa Blanca para disparar misiles ATACMS de largo alcance en las profundidades del territorio ruso, no han provocado ninguna escalada.
Así pues, el presidente putin, que fue reelegido el año pasado, y sus portavoces propagandísticos más leales se enfrentan claramente a un dilema sobre desde qué ángulo y con qué perspectiva presentar los resultados de la OME al pueblo ruso como una victoria. Sin embargo, sin ocupar totalmente el Donbás, esta posibilidad estará totalmente fuera de su alcance.
Pero incluso aquí queda mucho trabajo por hacer. A pesar del aparente éxito del año pasado, avanzar por cada metro de tierra del Donbás y ocupar cada nuevo pueblo allí le está costando a Rusia unos recursos impensables, ya que se enfrentan a unas fuerzas ucranianas que se defienden con firmeza y eficacia.
Tampoco podemos dejar de mencionar la contraofensiva de las fuerzas armadas ucranianas en la región de Kursk, donde han tomado más de 100 asentamientos, situados ya en territorio del propio agresor. Hasta la fecha, rusia ha sido incapaz de expulsar a los ucranianos de allí y se ha visto obligada a pedir ayuda a la RPDC, pero esta medida tan desesperada no ha dado el resultado esperado.


En resumen, todos los hechos y argumentos nos llevan a una conclusión muy simple. Aunque ambas partes intentan salir victoriosas, es probable que ninguna de ellas lo consiga plenamente. Al fin y al cabo, tanto rusia como Ucrania están al límite de su capacidad militar y económica.
La firma del documento de alto el fuego dependerá en gran medida de la decisión del presidente electo, Donald Trump, y de la postura de sus colegas chinos al respecto. Afortunadamente, ambas partes son conscientes de la necesidad inmediata de poner fin a las muertes en Europa del Este. Ucrania necesita garantías de que sus fronteras no serán invadidas por rusia en el futuro y rusia necesita al menos algunos argumentos que convenzan a sus ciudadanos de que la intervención militar en Ucrania no fue absurda.
Sea cual sea el contenido del documento en el momento de su firma, es muy probable que rusia se enfrente a un difícil periodo de reestructuración y turbulencias. Vender al pueblo una parte de Ucrania destruida hasta los cimientos como una victoria, después de todos los sacrificios y esfuerzos, no es una tarea fácil.
Además, a Estados Unidos no le interesa una victoria incondicional de rusia. Después de todo, en ese caso, inspiraría a otros países autoritarios y grupos radicales a cambiar las fronteras estatales por la fuerza, lo que supondría nuevas guerras y más tragedias humanas.
Ucrania, por el contrario, resistió la embestida de las tropas rusas, que se impusieron en términos de fuerza y recursos, y no perdió su independencia y soberanía, aunque para ello contó con la ayuda de sus aliados occidentales. Por lo tanto, Ucrania ganó en el contexto global, aunque no en la escala prevista.

Fuente: https://fakti.bg/mnenia/939957-moskva-otchaano-se-opitva-da-predstavi-provala-si-v-ukraina-kato-pobeda-no-dali-shte-uspee

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