Entrevista a Javier Morales, Profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad Europea y Coordinador del Área de Rusia y Eurasia en la Fundación Alternativas. Coedita el blog Eurasianet.es. Es Doctor en Relaciones Internacionales (con una tesis sobre la política de seguridad de Yeltsin a Putin) y Licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Complutense de Madrid. Twitter: @jmoraleshdez
P: Gracias a los medios de comunicación, pudimos observar el desarrollo del histórico movimiento del «Euromaidan» desatado en Kiev, acabando, como consecuencia, con el gobierno de Yanukovich. ¿Usted considera que esto fue influenciado por Estados Unidos y Europa?
R: Los analistas tendemos a buscar siempre teorías de la conspiración, pero nos olvidamos de lo que puede conseguir la gente corriente si se organiza. El Euromaidán nace del descontento de los ucranianos con la corrupción de sus políticos y su servidumbre hacia los poderes económicos: en este sentido, podría considerarse parte de un movimiento transnacional de protesta que incluye al 15M en España o a “Occupy” en otros países. La suspensión del acuerdo con la UE simbolizó así cuán alejados estaban los dirigentes de la opinión de la gente. Por desgracia, desde noviembre hasta febrero el movimiento cambió por completo su naturaleza: otros actores se apropiaron del descontento popular y lo manipularon para sus propios fines.
Ahora queda claro que los verdaderos triunfadores de la revolución no han sido los ciudadanos, sino otros actores muy distintos: las empresas europeas, que van a hacerse con el mercado ucraniano tras la firma del acuerdo comercial con la UE; Estados Unidos, cuyos aliados están ahora en el gobierno provisional; Rusia, que usó la revolución como excusa para satisfacer sus ambiciones imperialistas en Crimea; los políticos de Patria, UDAR y Libertad (y los oligarcas que los apoyan), que están en el poder sin haber ganado unas elecciones; y la minoría fascista del Sector de Derechas que ha crecido al amparo de los combates callejeros. Ninguno de ellos “diseñó” el Euromaidán, el cual surgió de la indignación popular; pero supieron aprovecharlo después para lograr sus propios intereses.
P: ¿Considera auténticos los aires de independencia en el Este o son manipulados desde el Kremlin? ¿Cómo interpreta la reacción rusa en torno a la crisis ucraniana?
R: Es necesario diferenciar entre las opiniones reales de los ucranianos del Este y los intereses de Rusia, que por supuesto los está manipulando para sus propios fines. Parece claro que en esas regiones la población hasta ahora no deseaba la independencia ni unirse a Rusia, sino que prefería seguir perteneciendo a Ucrania. La clave, no obstante, es que “Ucrania” significa cosas muy diferentes en cada una de las regiones del país.
Como español (y observador externo por tanto), me resultan llamativas esas percepciones tan distintas de la identidad nacional. Para los ucranianos del Donbás, es perfectamente compatible sentirte ucraniano y al mismo tiempo hablar ruso, aceptando que se comparte una cultura común con Rusia. En cambio, los nacionalistas de Lviv u otras zonas del oeste parecen creer que un “verdadero” ucraniano no debe hablar ruso ni aceptar el origen histórico común de ambos pueblos. Se califica a veces a los ciudadanos del Este como retrógrados, soviéticos o atrasados; como si desearan vivir bajo un sistema autoritario o no sufrieran también la corrupción.
Aunque también estuvieran descontentos con las políticas de Yanukovich, para esta población el Partido de las Regiones era el único que defendía sus intereses frente a los nacionalistas del oeste. Ahora el presidente al que ellos votaron ha sido derrocado y el gobierno provisional está formado por partidos que no les representan, sobre todo el xenófobo Libertad. Desde ese punto de vista, es lógico que haya aumentado el separatismo; aunque esto no justifique unas insurrecciones armadas como las que se han producido.
Rusia, naturalmente, ha aprovechado este resentimiento acumulado para sus propios objetivos. La propaganda del Kremlin intenta extender el miedo, presentando sin distinción a todo el Euromaidán como neonazis que van a atacar a las regiones del este; es una clara estrategia para debilitar al gobierno provisional y justificar su anexión ilegal de Crimea, donde nadie estaba amenazado ni necesitaba “protección”. Pero aparte de ilegítima, esta actitud es muy imprudente: por ejemplo, si se empuja a los ucranianos a una guerra civil, Rusia también saldría perjudicada.
P: ¿Qué pasos debe tomar el gobierno ucraniano para armonizar las divisiones sociales? ¿Convertir el ruso en otro idioma oficial, por ejemplo, serviría para integrar la parte Este del país?
R: El Euromaidán cometió el gran error de convertirse en una revolución nacionalista, con un protagonismo injustificable de los grupos radicales antirrusos. Si se hubiera mantenido el espíritu de las primeras protestas en noviembre (evitando responder a las provocaciones de la policía con más violencia), podría haberse unido realmente a todas las regiones para lograr una regeneración de la política y limitar la influencia de los oligarcas, en lugar de ahondar en el odio entre ucranianos. Fue una oportunidad perdida.
Cualquier país donde conviven identidades políticas, culturales y lingüísticas diferentes (como España) necesita construir una identidad cívica común: no basada en una única lengua o cultura dominante, sino en el respeto a la diversidad y la igualdad de derechos entre ciudadanos, vivan en la región que vivan. El primer paso es abandonar un nacionalismo arcaico con referentes tan cuestionables como Bandera. Ser ucraniano en el siglo XXI (y más aún en una Europa donde estamos eliminando las fronteras) debe ser un concepto que incluya a todos, dejando a la libertad individual elegir tu lengua o la cultura con la que más te identifiques.
Las elecciones de los gobiernos regionales y la cooficialidad del ruso son la única forma de convencer a los ucranianos del Este de que sus derechos van a seguir estando garantizados aunque el gobierno central sea de diferente signo. Kiev debe comprender que no se trata de “demandas de Rusia” (la cual aprovecha ese descontento), sino de sus propios ciudadanos del Este: no se puede ignorar a esa población como si fueran traidores al servicio de Moscú. O se les convence de que Kiev va a tener en cuenta de verdad sus intereses, o ellos se dejarán llevar por las maniobras de Rusia hacia el separatismo. Si se llega al conflicto armado, será demasiado tarde: esas regiones se habrán perdido para siempre.
P: ¿Qué orientación cree que debe adoptar la nueva dirigencia ucraniana: un formato de neutralidad con un equilibrio en las relaciones entre Rusia y Europa o acaso sirve un gobierno “europeísta” que inicie un proceso de ingreso a la OTAN? ¿O la posición de integración con Rusia?
R: Ucrania debe defender ante todo sus propios intereses nacionales, que en una democracia deben ser los de todos sus ciudadanos, vivan en la región que vivan; no los de la clase política o los oligarcas. Sin embargo, todos los gobiernos han manipulado a la opinión pública, intentando convencerla de que orientar la política exterior hacia un lado o el otro mejoraría el nivel de vida de la población, cuando en realidad se estaban defendiendo otros objetivos. Pero los principales problemas del país son internos: construir un verdadero Estado de Derecho que impida los abusos de los gobernantes y su sometimiento a los intereses privados; resolver pacíficamente el conflicto con las regiones del Este; y evitar el hundimiento de la economía.
Hasta que no se logre un consenso interno sobre el modelo de país, no deberían adoptarse compromisos a largo plazo en política exterior. Obviamente, será imposible una relación de confianza con Rusia; pero Ucrania necesitará antes o después normalizar las relaciones con ella, ya que una situación de conflicto permanente sería insostenible a largo plazo y lastraría cualquier posibilidad de desarrollo. Un futuro en el que Ucrania fuera miembro de pleno derecho de la UE sería el más idóneo para su estabilidad futura, pero hasta ahora nunca se le ha ofrecido el ingreso; en cambio, Bruselas sí le ha exigido reformas internas y la apertura de sus mercados.
Aunque Ucrania tema por su integridad territorial en el Este, avanzar hacia el ingreso en la OTAN no solucionaría este conflicto: Rusia se mostraría aún más agresiva, y de hecho su actuación en Crimea pretendió adelantarse a una futura entrada de Ucrania en la Alianza. Tampoco el país cumple los requisitos de ingreso, ni todos los aliados lo aprobarían. Finalmente, sería conveniente para los ucranianos evitar ser utilizados como simples piezas de la partida de ajedrez geopolítica entre Occidente y Rusia, en la que ellos pueden ser los principales perjudicados.
P: El FMI dicta sus directrices a numerosos países, dando lugar no sólo a ajustes pero también a altos endeudamientos. ¿Podría esperar a Ucrania la misma situación? ¿Cuál podría ser el futuro económico de Ucrania?
R: Incluso antes del Euromaidán, la economía ucraniana ya estaba al borde de la bancarrota; esta es la razón por la que probablemente Yanukovich aceptó el rescate ofrecido por Putin, que no le exigía aplicar ningún programa de ajuste, a diferencia del FMI. El riesgo del Acuerdo de Asociación con la UE era el impacto negativo que tendría la entrada masiva de mercancías europeas, una vez se suprimieran los aranceles: ante unos productos de mayor calidad que competirían con los ucranianos, las empresas locales se verían obligadas a adaptarse o a reducir costes de personal, e incluso podrían verse obligadas a cerrar en aquellos sectores menos competitivos.
La situación se ha hecho más grave al perder la financiación concedida en su momento por Moscú a Yanukovich, así como los descuentos en el precio del gas que Rusia garantizaba a cambio del alquiler de la base de Sebastopol. En este momento la única opción es el rescate de la UE y el FMI, que va a tener sin duda un impacto negativo en las condiciones de vida de los ucranianos por las duras medidas de ajuste (por ejemplo, aumento del precio de la energía para los consumidores, recortes en prestaciones sociales, despido de funcionarios o subida de impuestos) unidas a la concesión de las ayudas; las cuales incluyen también préstamos que se sumarán a la deuda ya contraída. Una guerra civil añadida a todos estos problemas sería una carga inasumible.
Entrevista realizada por Uma Karina.
Muy buen artículo. Solamente un comentario. Si en las regiones de Donetsk y Lugansks hay terroristas eso significa que la poblacion es rehén. Si hay rehenes hay que negociar no empezar a disparar. En esta pagina leo si los terroristas matan a los soldados ucranianos. Mantenganse alejados, negocien y a partir de ahi se acabara. Tengo amigos en la zona y si en un principio eran neutrales ahora tienen miedo a que la guardia nacional llegue a Donetsk. Da la impresion de que Kiev quiere que las regiones sigan siendo ucranianas, pero les importa poco si se quedan vacias porque estan huyendo todos de la zona.
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