¿Por qué Rusia necesita la guerra (y las sanciones son tan importantes)?

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Artículo por: Fritz Ehrlich

El que vaya a buscar las verdaderas razones de la invasión rusa de Ucrania no tiene que molestarse con las teorías de la conspiración. Una de las razones más importantes es tan trivial como evidente: porque hay dinero de por medio. Y precisamente en este momento la economía de Rusia está colgando de un hilo de las exportaciones de armas. Las ganancias provenientes del petróleo y el gas se han derrumbado, incluso convirtiéndose en pérdidas. Rusia no exporta nada en cantidades significativas a parte de materias primas y armamento.

Con el 27% del mercado mundial, Rusia es el segundo mayor proveedor de armamento pesado después de los EE.UU. (29%). Sin embargo, mientras que los EE.UU. han ajustado su gasto, Rusia incrementó masivamente su presupuesto de defensa en la década de 2000, asegurando de este modo contratos de suministro a largo plazo para la industria de defensa. Una diferencia importante respecto a los EE.UU.: Mientras que la economía de Estados Unidos es diversificada y altamente desarrollada, la economía de Rusia apenas puede sobrevivir sin el complejo militar-industrial. Sería, simplemente, un enorme golpe para su economía. Según mi análisis, al menos el 30% – si no el 50% – de la industria rusa está directa o indirectamente vinculada al sector de la defensa. Como recordatorio, fue hasta el 80% en la época soviética.

Esto es lo que hace a Rusia tan peligrosa. Por supuesto, hace 20 años, Occidente ya había comenzado a ayudar a Rusia con inversiones en industrias y tecnologías pacíficas. Pero, no logró nada; Rusia siguió centrándose en armamentos y preparando sistemáticamente a su población para la guerra. Se crearon nuevos enemigos imaginarios, mientras que las razonables preocupaciones del pueblo ruso se disiparon con la supuesta invencibilidad proporcionada por el arsenal nuclear del país. A la luz de estos hechos, los intentos de llegar a una solución pacífica sólo usando la diplomacia – y no la presión económica – parecen alejados de la realidad. Occidente sólo podrá resolver este problema a largo plazo con la ayuda de los propios rusos.

Para que esto suceda, los rusos deben darse cuenta de que el gobierno de Putin tiene la responsabilidad de que la economía esté desequilibrada – basada sobre unos pocos pilares, uno de ellos el negocio de la guerra. Esta errónea política sólo puede ser mantenida al conseguir nuevos contratos, que Rusia logra mediante la creación de nuevos mercados para sus sistemas de armas, es decir, incentivando y haciendo guerras. Por macabro que suene, los éxitos en este campo siguen siendo el mejor argumento a favor de la compra de cualquier producto. Y Rusia tiene exactamente este tipo de experiencia práctica después de librar un montón de guerras en los últimos años: Transnistria, Yugoslavia (sí, el equipo ruso también fue probado y desplegado allí, sobre todo en el lado serbio), Abjasia, Chechenia, Osetia, y ahora Crimea y el Donbass. Cualquiera que tenga la oportunidad de escuchar a los traficantes de armas rusas en ferias militares les oirá argumentar con referencias directas a batallas, regiones y condiciones de funcionamiento específicas.

Las sanciones económicas por parte de Occidente son, por esta razón, sumamente importantes – y no sólo porque obstaculizan el avance tecnológico de la maquinaria de guerra Rusa, sino también porque el aislamiento resultante acentúa la debilidad de la economía rusa y el sistema político, y, además, restringe los mercados disponibles para la industria rusa más grande, el sector de la defensa. El inevitable colapso económico resultante elevará las tensiones políticas internas, y, al igual que ocurrió hace más de 20 años, los rusos saldrán a la calle para exigir un cambio político y un sistema económico sensato. Lo que hoy parece un futuro potencialmente brillante, a juzgar por los exaltados partidarios de la política expansionista de Putin, se convertirá rápidamente en amargura si Rusia acaba al borde de la bancarrota.

Lo que de verdad teme Putin es su propia gente. Es por eso que son manipulados de forma masiva; es por eso que hay un intento de aplastar cualquier movimiento separatista interno emergente. Esto puede funcionar por un tiempo, pero sólo hasta que los rusos no tengan con que alimentar a sus hijos. Esta fue la realidad para muchas familias de Moscú antes, durante y después de la Unión Soviética.

Desafortunadamente, el complejo militar-industrial de Rusia ha demostrado ser muy lucrativo. Oligarcas y accionistas de estas empresas no tienen absolutamente ningún interés en un cambio en la política exterior de Rusia – han conseguido hincar el diente en el negocio de las armas, y esto complica las cosas. La política Occidental de «cambio a través del comercio» no ha funcionado; el gesto de colaboración de Occidente ha sido rechazado por Rusia.

El sistema económico de Rusia debe reformarse desde la base. Rusia necesita un «reset». En primer lugar, el pueblo ruso tiene que querer esto. Deben reconocer que una economía basada en los recursos naturales y el material de guerra está condenada al fracaso en el mundo moderno. Tal y como enseña la historia, la gente entra en razón rápido cuando le tocan el bolsillo.

Es por eso que las sanciones son tan importantes.


Sobre el autor: Fritz Ehrlich es un ingeniero y empresario alemán que entablo conectado con Ucrania a finales del período soviético. Reside en Ucrania desde hace tiempo y en la actualidad participa en proyectos de apoyo a la sociedad civil ucraniana.


Traducción de: FUENTE

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