El 18 de agosto del 1941, por orden Yosif Stalin, los trabajadores de NKVS volaron la represa de la central eléctrica de Dnipropetrovsk. Ese mismo tiempo los alemanes atacaban en dirección de Zaporizia y el ejército rojo se retiraba. Según el ex jefe de Dniprobud Fedor Loginov, era el paso obligatorio, para que el enemigo no pudiera ocupar la central para su provecho. «Aquel día Dnoprogres (así se llamaba la central) trabajaba a plena capacidad, aunque los proyectiles volaban a través de la presa y de la sala de maquinaria de la central. Durante la retirada de nuestras tropas, se decidió derribar la estación y no dejar al enemigo la posibilidad de utilizar la central Dniprogres», cuenta en su crónica Loginov.

El agua de Dniprogres inundó a Jortisia en dos minutos.
El tsunami artificial de los soviéticos prácticamente no hizo ningún daño al ejército alemán, pero a su vez mató según diferentes fuentes de 20.000 mil a 100.000 mil personas. La ola como un edificio de nueve plantas que se formó después de la explosión destruyó todo que encontró en su camino: murieron los refugiados que huían por el puente a raíz de los combates, los soldados alemanes y soviéticos, fue destruida la zona costera, sufrió daños la isla Jortisia y las marismas de los Grandes pantanos.
Así se quedo Zaporizia en agosto del 1941 frente la cámara de un periodista alemán.

Para la voladura de la represa se utilizaron 20 toneladas de dinamita que fueron traídas un día antes en dos aviones enviados desde Moscú.
