En 2014, cuando la Federación de Rusia anexó la península ucraniana de Crimea, de forma ilegal, y comenzó a promover y actuar en una guerra en las provincias ucranianas de Luhansk y Donetsk, el gobierno ucraniano puso y comenzó a implementar la ley de «Decomunización» (ENLACE), con la cual muchas calles, distritos e incluso 2 provincias cambiaron de nombre.

La provincia de Dnipropetrovsk cambió el nombre oficialmente a Dnipró, y la de Kirovograd comenzó a llamarse «Kropyvnytskyi». Por razones relativas a la constitución, ésta última no cambió oficialmente, sólo la ciudad capital, pero la provincia también, aunque fuera sólo de manera popular.
Nombres que recordaban la época del comunismo fueron cambiados por otros de los cuales el pueblo ucraniano sí siente orgullo. Se desmantelaron también monumentos de la misma época, como los de Lenín, por ejemplo.
Pero el 24 de febrero de 2022, la Federación de Rusia comenzó una invasión a gran escala a Ucrania, rompiendo la integridad territorial, violando las fronteras, lanzando miles de bombas, misiles incluso prohibidos por leyes internacionales, atacando con tanques, infantería militar violando niños y mujeres, asesinando civiles de forma indiscriminada, bombardeando escuelas de párvulos, primarias, teatros, hospitales, hogares de ancianos, destruyendo ciudades completas como Mariúpol, cometiendo actos criminales de genocidio en poblados como Irpin, Bucha y varios más.
Y todo, sin que Ucrania haya realizado ningún acto de provocación a Rusia.
Esto dio lugar a una acción aún más extensa hacia atrás en la eliminación de la «Cultura rusa» en las ciudades y poblados de Ucrania, pues sólo trae recuerdos de un pasado en el que la «Gran Cultura rusa» consideraba a Ucrania como «de poco valor» o ninguno, como mencionó el presidente Putin días antes de lanzar la invasión.

Como resultado de tal narrativa, figuras culturales rusas de esa época, están comenzando a ser eliminadas de nombres de calles, avenidas, poblados, y monumentos a tales personajes están siendo desmantelados. Algo que no sucede con personalidades alemanas, inglesas o de otras culturas del mundo, que dejaron huella positiva en Ucrania.
El poeta ruso Alexander Pushkin, por ejemplo, no tiene nada que ver con Ucrania, excepto porque se refería despectivamente a este pueblo como «tribus danzantes». No existe razón alguna, por ende, de mantener monumentos a este personaje en ciudades en las que, incluso, había varios. Mantener esos recuerdos no es más que honrar el antiguo estatus de Ucrania como simple «colonia» rusa, denigrando al mismo pueblo ucraniano.
Si bien existe debate sobre qué nombres deben de ser eliminados, el de Pushkin está claro.
La invasión rusa sepultó por completo la ilusión de que fuera una «nación hermana»
Uno de los primeros monumentos que ya fue desmantelado era una estatua monolítica de bronce que glorifica la mentira de una «Unificación de Ucrania con Rusia», ubicada en el centro de Kyiv. Era un tributo a los soviéticos, y a los rusos, que implicaba que Ucrania no podía existir sin «la gran Rusia», un concepto de Ucrania como «nación hermana».
Este monumento había sido instalado en 1982 como una alegoría de fraternidad entre obreros rusos y ucranianos de esa época.

Otra estatua, hecha de granito rojo, fue dedicada al «Tratado de Pereiaslav» de 1654. Tal tratado es visto por los rusos como uno de sus grandes triunfos, pero para los ucranianos representa una de las peores calamidades. En ese entonces, el gran Hetman Bohdan Jmelnytsky buscaba lograr autonomía del Reino de Polonia, y para ello se alió con Rusia. Pero los rusos traicionaron los principios del tratado, que garantizaban federación y libertades, y subyugaron a los ucranianos, llegando incluso a esclavizarlos. Más tarde, la resistencia ucraniana fue aplastada por las tropas rusas con una gran masacre en la capital kozaka, la ciudad de Baturyn, en 1709.

El poeta ucraniano Tarás Shevchenko se refiere a Bohdan Jmelnytsy en su obra «Tumba devastada» como un «hijo no-sabio de Ucrania».
Cuatro años después del tratado de Pereiaslav, en 1658, quedó anulado por un nuevo Tratado de Hadiach, que establecía la formación de una nueva alianza del estado kozako con la Mancomunidad Polaco-Lituana e incluía garantías para derechos de los kozakos. Pero ambos tratados, eventualmente, fallaron y el estado kozako fue repartido entre Rusia y la Mancomunidad en 1667, con la consecuente expansión de Rusia.
Estamos desmantelando la escultura de bronce que representa a dos obreros, eregida en 1982 para conmemorar la reunificación de Ucrania con Rusia. Pero Rusia ha «marcado», ha revelado su actitud hacia Ucrania con el brutal asesinato de los ucranianos, que son pacíficos, con la destrucción de nuestras ciudades y aldeas, y el deseo de destruir nuestro Estado. La segunda composición escultórica, hecha de granito rojo, será cubierta con materiales para desmantelarla más adelante
Son palabras del alcalde de Kyiv, Vitaliy Klitschko.
Y el escultor autor de tal monumento, Serhiy Myrhorodskyi, comentó también que:
«La escultura de los obreros debe ser destruída y fundida. No está claro cuál es el ucraniano y cuál el ruso. Aunque eso nunca importó, pues eran dos obreros, sin enfatizar la nacionalidad…Pero ya hay un escultor que quiere crear una nueva obra. En un año habrá un nuevo monumento, uno que honrará la Ucrania unida, y que exhortará a todos a vivir en paz y armonía»
Cuando se estaba desmantelando esa escultura, la cabeza de una de las figuras se rompió y rodó al suelo.

Ucrania limpia sus calles de monumentos a Pushkin y nombres rusos de calles
Tanto monumentos como nombres de calles en todo el país, que se refieran a Tolstoi, a Dostoevsky, o incluso a Tchaikovsky, pronto desaparecerán. Esos individuos no merecen reconocimiento u honra.
Desde que inició la invasión rusa, ya se ha cambiado el nombre de 45 calles en Jmelnytskyi, y de 25 en Ivano-Frankivsk. Por ejemplo:
- La calle Pyotr Tchaikovskyi fue renombrada «Vasyl Slipak», en honor a un gran cantante de ópera, quien dejó su buena vida en París para venir a Ucrania a defender la integridad de su patria, y asesinado cobardemente por un francotirador ruso en 2014
- La calle Vorolenka fue renombrada «Vira Levytska» en honor a una famosa actriz teatral ucraniana
- La calle Nikolai Ogarev fue renombrada «Myroslav Lushchak» en honor al teólogo ucraniano originario de Ivano-Frankivsk
- La calle Semen Rudnev Vulitsa, dedicada a un guerrillero soviético, cambió su nombre a «Vulitsia Sviatoslav Pajolkiv», comandante de un regimiento de la UPA y caballero de la Cruz de Bronce del Mérito Militar de ese ejército insurgente ucraniano
- La calle Mikhail Glinka cambió a «Oleksandr Tysovskyi», honrando al educador ucraniano, cofundador de «Plast», una organización internacional ucraniana.
- >También las calles dedicadas a Tolstoy, Dostoevsky, Lermontov, Mendeleev, Nekrasov, fueron renombradas honrando a verdaderos héroes de Kyiv, Chernihiv, Mariupol, Popasna, y Ojtyrka.

Mientras desmantelar monumentos a Pushkin y a Bulgakov tiene el apoyo popular, otros personajes son aún objeto de debate
Sólo en Kyiv hay ya 400 calles propuestas para ser renombradas, pero no todas ellas serán cambiadas. En cuanto a figuras como Pushkin, quien deseaba la destrucción sistemática de la cultura ucraniana, ejecutada en Sandarmokh en 1937 y otros campos de concentración en Rusia. O a Bulgakov, un intelectual ruso de conciencia imperial (igual que Pushkin) que no podía imaginar Ucrania fuera de Rusia y consideró las tropas ucranianas como enemigos cuando entraron a Kyiv en 1918, enemigos que «amenazaban el unido e indivisible imperio ruso»
Esas figuras, o también Lenin o Zoya Kosmodemyanskaya, no son problema para nadie en Ucrania.
Deben ser desmanteladas porque no representan para esta nación, más que el recuerdo de opresión. Pero, por otro lado, el escritor Ostap Ukrayinets, por ejemplo, dice que la selección debe de ser más estricta, que no se puede eliminar a cualquier personaje que haya tenido que ver con Rusia sólo porque sí.
Ejemplos de ello son Mykola Bazhan, o Pavlo Tychyna, que fueron escritores ucranianos, leales al régimen soviético pero sólo por ser objeto de amenaza de ejecución si no rendían culto al partido. Ellos también crearon obras maestras de la literatura ucraniana, antes de ser amenazados de muerte y obligados a proclamar su lealtad a la URSS.

Pero son casos aislados pues, por ejemplo, un monumento a «los 60 años del Komsomol» (una organización juvenil comunista), que había sido conservada sólo porque costaba $ 15,000 su destrucción, tras el lanzamiento de la invasión el pasado febrero, fue inmediatamente demolido en la ciudad de Kropyvnytsky, y como mencionó el activista Dmytro Zavrazhnyi, «Sería mejor instalar aquí un tanque ruso destruído, o un APC, pues así la gente que venga, con sus hijos, recordará y verá que tuvimos una guerra, que Rusia nos atacó».
Una situación similar se dio en Mukachevo, en la provincia de Zakarpattia, en donde ya desmantelaron el monumento a los soldados soviéticos que, si bien liberaron esa región de los invasores nazis, también vinieron a establecer el régimen soviético. En Ucrania occidental, los soviéticos no son considerados «libertadores», sino que apropiadamente «invasores»:
Refiriéndose a un monumento similar en Chernivtsi, la profesora de la Universidad Svitlana Vardevanyan dijo que «Imaginen que el monumento al soldado soviético en la plaza Soborna cobra vida, y que el «libertador» soviético, ondeando una bandera (¿de qué colores?) nos comienza a hablar (¿en qué idioma?). ¿En realidad quieren escuchar lo que dice?. Los monumentos tienen un poder simbólico muy fuerte sobre el sitio en el que están emplazados.»
