En un conflicto nada es blanco o negro. Todo se torna trágicamente gris. ¿Cómo y por qué los habitantes de Lugansk se han vendido por un saco de zanahorias.
Acerca de las elecciones «LNR» (Luganskaya Narodnaya Respublica – República Popular de Lugansk). Y las condiciones de los muchos que están allí.
Hoy son las elecciones en la LNR. Otro clavo más en mi ataúd.
Mi mamá está jubilada. Los terroristas de LNR anunciaron que pronto comenzarían a pagar las pensiones. Para recibir la pensión, habrá que mostrar el pasaporte y una tarjeta social de LNR. Para obtener esa tarjeta hay que dirigirse a su sección electoral el 2 de noviembre. O sea, si no vas a las urnas – tienes problemas.
Mi madre no quiere tener nada que ver con esta organización terrorista: ni votar en sus elecciones, ni proporcionarles sus datos, etc., pero la están chantajeado con esta tarjeta. Ninguno de los vecinos quería ir a estas elecciones, pero por la mañana todos fueron. Tienen miedo. La gente no veía los salarios desde junio. ¿Se imaginan cómo es esto?
Ahora va a mostrar su actitud, no va a ir a las urnas (que por cierto, es lo que ya hizo una vez el 11 de mayo, pero a quien le interesa eso ahora?), no recibirá esa tarjeta social. ¿Y luego qué? La LNR con placer sádico se negará a pagarle el dinero y Ucrania no va a protegerla.
Desde la mañana miro y leo las noticias de varias fuentes esperando escuchar unos argumentos a favor del «no», los cuales la calmarían. Pero oigo lo mismo de siempre: los observadores internacionales no han llegado y nadie reconocerá estas elecciones (a excepción de Rusia, que está a la espera de la próxima ronda de sanciones) y exhortan al Servicio de Seguridad de Ucrania y que no hay que ser “ganado” cediendo a las provocaciones. Pero, ¿quién, mejor que yo sabe lo fácil que es afirmar algo estando fuera de toda esta mierda, especialmente cuando hacerlo no cuesta dinero?
Saben? aqui tenemos amigos, que al igual que nosotros pasaron este verano infernal en Lugansk. Entonces, cuando llegó el primer convoy de ayuda humanitaria de Rusia y comenzaron el censo de población para recibir la ayuda, se negaron a incluir sus nombres en las listas. Dijeron: de las manos del agresor no cogemos. Creían que muy pronto llegaría el ejército ucraniano y los liberaría a todos. Cuando en tres semanas llegó el segundo convoy, aparecieron por su propia voluntad en la sede y pidieron que se les pusieran en las listas. No tenían otra opción. Ellos ya no tenían nada de comer. ¿Entienden ustedes? NO TENÍAN NADA DE COMER. ¿Y saben cómo se burlaron de ellos los voluntarios, aquellos mismos a los que les habian negado orgullosamente la primera vez? Entiende usted el dolor y la humillación que experimentaron?, lo que es el trauma psicológico y la violencia sobre sí mismo?, qué horror es resultar ser rehén de una situación de este tipo?
Ahora me imagino a mi madre, que acabará por saltar sobre sus patas traseras, rogando para sí esa maldita tarjeta social, y mi corazón se encoge de dolor. Realmente no sé qué aconsejarle. Durante la última semana estaba desgastada y yo estoy igual que ella.
Ahora en los medios de comunicación comienza a aparecer información que los que han votado en las elecciones de LNR tienen derecho de comprar un saco de verduras (cebolla, zanahoria, patata, repollo – a su elección) por 1 grivna (este es el quinto convoy humanitario de Rusia, que al parecer, se fue a la costa). Leo los comentarios y derramo lágrimas. La gente considera repugnante y ridículo que alguien esté dispuesto a venderse por una bolsa de verduras. A estas personas no les ha tocado la guerra, no estaban rodeados y no contaban por cuánto tiempo tienen suficiente comida, no se negaban a una cena para que todo dure más tiempo. Ellos no entienden lo que es patatas por 1 grivna para las personas mayores que no han visto sus pensiones desde el junio y ya hace mucho que han gastado todos sus escasos ahorros. No se dan cuenta de que el hambre no es divertida.
Por desgracia, la mayor parte de Ucrania considera esto una traición, y aun más, muchos nos levantarían con horcas cuando llegue el momento adecuado.
Mi madre está ahora en una posición que, por un lado, se niega a la tarjeta social y la patata gratuita de la LNR y por otro, no tiene ninguna ayuda de Ucrania. Oyó en «Radio Ucrania» que el gobierno alienta a boicotear las elecciones, mientras que no hay ninguna mención de cómo el gobierno va a proteger a los ciudadanos a seguir su consejo.
En fin, estamos desesperados.