Este artículo fue enviado a SOFREP por un individuo que sirvió como voluntario extranjero durante más de un año en el ejército ucraniano. Sus puntos de vistas respecto de la eficiencia del ejército ruso son bastante interesantes, especialmente dada la última Putin-manía/amor ruso que se ha esparcido a través de Internet, describiendo a los rusos como una fuerza imparable.
Como un ex soldado profesional en el ejército OTAN de mi propio país, me encontré enredado en el conflicto en Ucrania por mi propia elección, al final de julio de 2014. Mientras que técnicamente yo era un «voluntario», me veía como un soldado profesional que servía en unas fuerzas armadas extranjeras. Lejos de tratar de hacer de ésto un relato personal dramático, intentaré retratar un cuadro del soldado ruso desde mi limitado punto de vista – ese de un opositor.
A esta altura, me gustaría desviarme un poquito para hacer las cosas más claras al lector. Los batallones voluntarios ucranianos no deben ser vistos como milicias o irregulares, sino como una suerte de unidad de «Jinetes Arriesgados», una unidad formada por voluntarios a pesar de todo armada y abastecida por el Ejército y sujeta a la estructura regular de comando con obligaciones normales de combate en el frente. Los voluntarios extranjeros mismos, nuevamente, no deben ser vistos igual que todos aquellos personajes coloridos que se unen a las milicias irregulares marxistas y árabes en el Medio Oriente, sino como los voluntarios suecos durante la Guerra de Invierno, integrados normalmente dentro de sus unidades y la mayor parte del tiempo tomando un rol en el frente ya sea de operaciones o de entrenamiento. Las fuerzas opositoras pueden fácilmente dividirse en bandidos que iniciaron la rebelión y los soldados regulares rusos que intervinieron más tarde ese mismo año.
Los bandidos, no importa lo que diga la propaganda pro Occidental, no eran mercenarios o regulares rusos pasando por rebeldes. Muchos nacionales rusos acudieron en malón a su estandarte desde el inicio de la rebelión por puro patriotismo. Por supuesto que había excepciones, pero éstas eran solo eso, excepciones. Eso no significa que asesores militares rusos o unidades de Fuerzas de Operaciones Especiales no los hubieran ayudado directamente al inicio del conflicto. La efectividad militar de dichas milicias de bandidos era horrenda.
Los soldados de línea rusos que eventualmente tuvieron que intervenir cuando los bandidos estaban al borde del colapso cambiaron el curso de la guerra. Estas eran unidades militares convencionales del ejército permanente de la Federación Rusa. Luego de la breve intervención, los soldados regulares se replegaron para actuar mayormente como Fuerza de Reacción rápida (FRR) y como disuasor de cualquier ataque en gran escala de las fuerzas armadas ucranianas, dejando el grueso de la lucha a las milicias de bandidos. El combate incluyó batallas famosas como la del aeropuerto de Donetsk, donde los ucranianos fueron rápidos para culpar a las «Unidades de Elité» rusas por el fracaso de sus propias fuerzas militares, como hicieron la mayor parte del conflicto.
Basta ya con la introducción. Era claro desde el comienzo que había cierto sentido de liderazgo profesional militar detrás de los bandidos. Durante el asalto a Marinka en las afueras de Donetsk, el 4 de agosto, con dos batallones de infantería y apoyo de tanques, las magras fuerzas bandidas opositoras no tenían chance de mantener la ciudad. En vez de ir como una «jihad» sobre nosotros, hicieron algo sensato: colocaron minas, nos acosaron, y se retiraron. A pesar de tener un plan razonable operativamente, fracasaron en ser efectivos sobre el terreno. Mientras que mi escuadrón se aproximaba a un edificio desde donde nos disparaban, tomamos cubierta en una pequeña zanja. Luego de seis RPGs y 200 rondas de disparos asaltamos el edificio. Mientras no podíamos encontrar al enemigo, ellos habían aparentemente pedido fuego de mortero sobre nuestra posición en la zanja, que solo llegó una hora y media más tarde cuando ya estábamos en el edificio.
Más tarde ese día intentamos atacar un puesto de bloqueo (puesto de control fortificado) en el camino de Marinka a Donetsk. Las fuerzas ucranianas siendo nada más que una reliquia soviética en ese entonces, avanzamos en columnas de infantería detrás de un tanque y de un Vehículo de Combate de Infantería (VCI) a través del único camino de un pueblo, pueblo que no había sido asegurado y por supuesto nadie avanzando a nuestros flancos al mismo tiempo. Obviamente, el enemigo no nos estaba esperando en ese puesto de bloqueo y nos había preparado una emboscada en el interior del pueblo. A pesar de tener unos 10 o 15 hombres con armas livianas, ellos lograron derrotar una columna de 60 infantes con un tanque T-64 y un VCI (aunque el mayor crédito de este éxito debe ser adjudicado a la falta de comunicaciones de radio de las fuerzas ucranianas)
Mi pensamiento educado es que quienes nos emboscaron eran los mismos hombres que se replegaron antes de Marinka, ya que luego de asegurar la ciudad el curso sensato era destruir el puesto de bloqueo enemigo que controlaba el camino. Ellos seguían un plan lógico.
A pesar del liderazgo que obviamente existía en los escalafones más altos, la infantería de los bandidos en si misma era horrible. Gente conduciendo en el medio de un camino, tratando de emboscar una columna militar, solo lograba ser arrestada de a turnos. Gente rindiéndose luego del primer ataque del tanque, antes que el ejército ni siquiera estuviera cerca. Gente agotando sus cargadores a 400 metros y luego replegándose. Claramente, no eran soldados. Gradualmente (especialmente luego de la intervención rusa) las fuerzas de los bandidos mejoraron.
Con la tarea de defender las alturas del pueblo de Shyrokine en los primeros días de septiembre, caímos bajo intenso fuego de artillería la mañana del cuarto día. Un exploración realizada por un VCI fue seguida por impactos de morteros al Este del pueblo. En ese momento no pudimos evitar bromear acerca de que nos apuntarían directamente a nosotros a eso de la tardecita. Menos de 7 minutos más tarde, estábamos en nuestros pozos de zorro, mientras que el enemigo nos apuntaba directamente desde un radio de 200 metros. Ese oficial de artillería no era ningún bandido. Cuando nos dimos cuenta, la moral ucraniana se hundió y escapamos tres horas más tarde.
Recuerdo una batalla de 2 días en el mismo pueblo de Shyrokine en febrero de 2015. Los ucranianos habían estado ocupando el pueblo por cuatro días, habiéndolo asegurado luego de una contraofensiva, pero no fueron tan lejos como para colocar minas en los accesos o al menos colocar armamento anti-tanques. Los soldados regulares rusos atacaron el pueblo temprano el 14, luego de un día de escaramuzas a su alrededor. Atacaron con fuerza luego de concentrarse sin ser molestados detrás de una línea de árboles, moviéndose a través del terreno abierto con tanques e infantería, simplemente ignorando cualquier fuego desde nuestras posiciones. Estuvieron dentro del pueblo apenas en minutos peleando con los ucranianos. En el caos generado, los ucranianos inicialmente colapsaron. La batalla en el pueblo degeneró en individuos que corrían hacia atrás a las alturas, a la entrada del pueblo donde estaban enterrados los tanques ucranianos.
Nuevamente, mientras los rusos estaban siguiendo tácticas razonables (tanques y VCI bloqueaban los caminos con la infantería moviéndose como enjambre hacia los edificios antes de moverse al próximo camino, y luego repitiendo) su nivel de eficiencia a nivel de escuadrón dejaba mucho que desear. En dos casos que conozco, combatientes ucranianos tratando de replegarse de pronto se encontraron cara a cara con un igualmente sorprendido soldado ruso. En ambos casos los rusos bajaron y aparentemente nadie los seguía, los desdichados ucranianos siguieron su fuga hacia los tanques. ¿Por qué estaban esos soldados rusos solos? ¿Dónde estaba el resto de su equipo?
El comando y control ruso a nivel de escuadrón sencillamente se desvaneció durante la batalla dentro del pueblo. Para comenzar los ucranianos no tenían comando y control a nivel de escuadrón (ni siquiera un plan defensivo), y es por ello imposible hacer comparaciones entre ellos. La infantería rusa intentó hacer pie en el más grande y más robusto edificio del pueblo, pero fracasaron luego de que los T-64 en las alturas los rastrillaran. Los tanques rusos estaban muy asustados para salir de atrás de los edificios para no ser expuestos al fuego ucraniano.
Más tarde esa noche, mi equipo tuvo que ir al pueblo a buscar a dos desaparecidos en acción. Mientras bajábamos por un camino, sin saber donde estaban las posiciones rusas, los perros en el pueblo comenzaron a ladrar (típico). Inmediatamente después una lluvia de fuego siguió. Las balas picaban al azar alrededor nuestro, por lo tanto no nos preocupamos en cubrirnos. Estaba claro que no tenían ni idea dónde estábamos, y estando nerviosos y temerosos de la noche, comenzaron a disparar hacia donde ladraban los perros. Mi pensamiento era que ese puesto estaba ocupado por bandidos, ya que los soldados regulares se replegaron luego del asalto matutino.
Al siguiente día iniciamos un contraataque que terminó en un fiasco. Simplemente ignorando el fuego liviano desde la izquierda, nuestro VCI giró hacia la derecha en un pequeño camino, con nuestra horda siguiéndolo ciegamente. Se encontró dentro de unos 50 m con un T-64 ruso con apoyo de infantería. El tanque erró su blanco tres veces y salteando los detalles literarios, fue suficiente para que nuestra horda se separara y hallara reparo. Durante la huida, los rusos nunca hicieron uso de sus ventajas. Todavía estaban muy asustados de aquellos tanques sobre las alturas. Ambas partes desconocían que exsitía un cese del fuego desde las 00:00 hs de ese día.
Los meses siguientes fueron de escaramuzas dentro y fuera del pueblo. Hacia fines de mayo, comenzamos a hacer pequeñas incursiones sobre las posiciones enemigas. En una aproximación a una trinchera enemiga, debido al fracaso crónico de las comunicaciones y planeamiento ucraniano, tuvimos que sostener por más de dos horas nuestras posiciones mientras estábamos solo a 100 metros del enemigo. Como era de esperar, los rusos finalmente se dieron cuenta que algo estaba sucediendo. En vez de abrir fuego al azar como veces anteriores, llamaron refuerzos y despertaron a su dotación de morteros. Un elemento enemigo se aproximó hasta un edificio a 30 metros de nuestras posiciones. Aún así esperaron.
Eventualmente, cuando el fuego se inició, logramos neutralizar a los individuos del edificio con armas livianas y a los de la trinchera con nuestros PKM (Ametralladora Kalashnikov Modernizada). Les tomó apenas segundos para comenzar a dispararnos, aunque a partir del momento en que el artillero decidió replegarse le erramos por poquitas pulgadas. Fue un contraste brutal con respecto a dos meses antes, cuando ametrallaban a los perros que ladraban. Al parecer, se habían terminado los días de los bandidos vaciando los cargadores a 400 metros.
Podría seguir en como durante muchas misiones de reconocimiento pensábamos que los rusos estaban mucho más vigilantes y preparados de lo que realmente estaban, como aún a plena luz del día parecían ignorar evidentes acercamientos, como ametrallaban líneas de árboles por la noche solo para «estar seguros», etc., pero pienso que el lector ya ha entendido el mensaje. La culpa por lo general es del soldado individual, más que del planeamiento del oficial. Pero, ¿qué esperaría usted de un ejército cuyas muestras propagandistas de capacidades de sus «fuerzas especiales» descansan en acrobacias y estrafalarias artes marciales? Un buen regimiento de un ejército Occidental sería suficiente para ganar esta guerra por si mismo.
Para resumir, sostengo que el soldado ruso es inferior en todos los aspectos a uno de cualquier ejército de primera de la OTAN. Su eficiencia a nivel de escuadrón no es mejor que la de los Argentinos en la guerra de las Malvinas / Falklands, y su profesionalismo solo hace una aparición sombría cuando sus oficiales están alrededor. Aún así es capaz de acciones agresivas, y característicamente de la raza eslava, por lo general no es cobarde. A pesar de la reforma del ejército ruso luego de las dos guerras en Chechenia, que han sido alabadas mucho por varios «analistas militares», no estoy seguro si el «soldado contratado promedio» está mejor entrenado que el conscripto promedio en el viejo ejército soviético. Mientras que los ucranianos con los cuales yo sirvo, ciertamente no pueden ser mostrados como un ejemplo para la eficiencia militar rusa, ellos, compartiendo mucha de la misma cultura con sus antiguos amigos rusos recorren un largo camino para ser comparados con una cultura guerrera, basada en el profesionalismo, la clase evidente en muchos países occidentales.
Fuente: SOFREP, 15 de febrero de 2016.