GOLGOTHA Por Maksym Sahaydak

En los matorrales silvestres de la taiga siberiana

Donde las grullas no vuelan,

Donde los osos despejaron los caminos,

Donde los castores laboriosos construyen,

Convoyes de gentes: lactantes, viejos abuelos, madres cansadas.

A los monótonos clics de las ruedas,

Y ríos de lágrimas de las madres,

Los interminables, interminables convoyes de trenes

Huellas sangrientas dejadas:

Los cadáveres, expulsados …

Los bebés, se volvieron fríos,

Los ancianos famélicos,

Los enfermos habían muerto de hambre.

Ellos que su tierra, su propia Ucrania,

Blindada hasta la muerte, aunque gastada su esperanza,

Rociado su libro como la lluvia sobre él,

Cubierto con densidad con sus huesos.

Y allí en Moscú, lejos, en el depredador y sombrío Kremlin,

Los tiranos celebraron su sangriento banquete.

Y, con los dientes al descubierto, celebraron:

«¡No habrá Ucrania en esta tierra!»

Los mongoles del siglo XX, recuerden esto:

¡Ucrania nunca morirá!

Mi gente está como Titán envuelta en niebla,

Como un volcán que no puede ser extinguido.

Y nosotros, somos arroyos de lava de fuego,

Que las almas podridas despertaran,

Que siembran las semillas no contaminadas

Todos brotarán en primavera,

Y de los muertos Ucrania se levantará!

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