Ukrainska PravdaEl hospicio para personas mayores «Dopomoha» [«Ayuda»] en Alchevsk ha desaparecido.
Para ser más exactos, su director, Oleh Horbachov, no volverá a la localidad, ya parte del Luhansk ocupado.
Este hombre de cuarenta años ahora habla sobre la pérdida con tranquilidad, e incluso con ánimo.
Éste es el segundo año que intenta sobrevivir en el raión de Brovary en Kyiv, donde alquila un edificio para su numerosa familia. Allí, bajo el mismo techo viven él y su esposa, sus tres hijos biológicos, dos hijos adoptivos y más de veinte de sus «tutelados», antiguos huéspedes del hospicio de Alchevsk.
LA REDENCIÓN POR LA JUVENTUD PERDIDA
Todo empezó con una historia personal. Oleh Horbachov se crio en una familia poco próspera: sus padres eran alcohólicos, por lo que desde su infancia fue su abuela quien cuidó de él. Sin embargo, el chico no apreciaba la preocupación de su abuela, siguió la senda de sus padres y empezó a beber.
«Caí hasta el fondo«. Así describe él su pasado.
Y, evidentemente, este fondo fue necesario para Oleh como punto de apoyo para empezar a cambiar su vida.
Entonces, en 1998, se dirigió al Centro de rehabilitación de alcohólicos. Lo primero que le preguntaron los trabajadores sociales fue si tenía hambre.
En aquel momento Oleh tenía 26 años y aquella simple pregunta hizo que el chico se avergonzara: verdaderamente no había comido nada en varios días.
Le dieron de comer, lo llevaron al aseo y le dieron ropa limpia. Desde entonces empezó una nueva vida para Oleh.
«No fue fácil«, recuerda, «pero tenía muy claro que no quería volver atrás«:
En primer lugar, ayudó como voluntario a otros drogodependientes como él.
A los alcohólicos, drogadictos y personas sin hogar que llegaban no les preguntaba el porqué de sus desgracias ni les sermoneaba, sino que trataba de averiguar lo mismo que le preguntaron a él: si querían comer.
Un día una señora trajo al centro a su hijo alcohólico y pidió refugio para ella.
Después llamó a la puerta otra señora mayor. Su hijo, que había vuelto de la cárcel, le había golpeado y quitado la pensión y no la dejaba entrar en casa.
Y así, día tras día, el centro fue llenándose de personas de edad avanzada que por distintas circunstancias no tenían un techo sobre sus cabezas.
Cuidando de esos desafortunados ancianos abandonados Oleh Horbachov se dio cuenta inesperadamente que de esa manera en cierto modo remendaba sus errores frente a su ya fallecida abuela, de la cual él mismo se mofaba en su juventud.
Corría el año 2001.
A lo largo de varios años, en los que pasó de ser sanitario a director del centro, Oleh cambió, al igual que la institución, haciendo de ella un hospicio para personas mayores.
«Había tantos [ancianos sin hogar] y no tenían a nadie que pudiera darles una vejez digna«, explica su decisión.
OLEH Y SU HOGAR EVACUADO
El hospicio «Dopomoha» de Alchevsk estaba situado en tres locales alquilados en edificios separados, construidos en tiempos de la URSS y que podían alojar hasta a un centenar de personas.
«Los edificios no fueron preparados para ser un hospicio y no se ha hecho ninguna reforma especial, aunque para las personas que no han tenido un hogar durante años, venir aquí era una alegría«, rememora tiempos pasados.
Además, Oleh no abandonó el sueño de construir un hospicio especializado en su ciudad natal. «Son personas mayores, necesitan condiciones especiales: que el lavabo esté cerca, rampas para minusválidos…»

La construcción incluso llegó a iniciarse con dinero de los empresarios locales, de la sociedad y de fondos internacionales. Debía ser un edificio con capacidad para 50 personas. El Estado no podía contabilizar a esas personas mayores y minusválidos por motivos triviales: algunos perdieron sus documentos, otros no los tuvieron durante años. «Había gente que aún tenía pasaportes soviéticos. ¿Quién aceptaría esos documentos?«
Aunque la construcción iniciada en Alchevsk no se terminó. En el verano de 2014 Oleh estaba ocupado con otro asunto: cómo, y lo más importante, dónde esconder a «sus ancianos» de la guerra.
Actualmente, a casi ochocientos kilómetros de su hogar, en el raión de Brovary en el óblast de Kyiv Oleh tiene alquilado un edificio de tres plantas donde viven más de 20 ancianos desplazados.
La evacuación se llevó a cabo en varias etapas, aunque no pudieron llevarse a todos.
«Se quedaron quince ancianos convalecientes. Simplemente no habrían sobrevivido al viaje«, comenta Oleh.
Él trasladó a casi todos por sus propios medios en su antiguo «Volga». Ahora el coche se encuentra en medio del patio como objeto de exposición: se rompió, y como constata el dueño, «no merece la pena repararlo«.

Oleh Horbachov debe pagar doce mil hryvnas [435 euros] al mes por el alquiler del edificio. Al igual que en Alchevsk, empresas privadas, fondos internacionales y personas comprometidas le ayudan a sobrevivir.
«Ya no me resulta extraño que me digan que son pensionistas, que están cobrando una pensión. Sí, pero sólo diez de ellos, y tan solo diez mil hryvnas [365 euros]. Con ese dinero tengo que dar de comer a más de treinta y pagar el alquiler«, nos cuenta sobre su día a día el jefe del hospicio Oleh Horbachov.
No dice «a más de» a la ligera. La cantidad de habitantes varía constantemente. Por ejemplo, hace poco se unieron dos personas mayores.
«Los mantenemos hasta…«, se contiene Oleh.
Su objetivo actual es encontrar un lugar espacioso donde vivir por mucho tiempo en el óblast de Kyiv, ya que, a pesar de que están fuera de peligro, a los ancianos les cuesta vivir en un lugar tan pequeño.
Y verdaderamente los cuartos del hospicio se parecen más a un cuartel que a un centro para personas mayores.
Las literas dobles distan medio metro unas de otras. En un mismo cuarto duermen quince personas. Los ancianos suben poco a poco a la segunda planta. Arriba las condiciones son similares: hay literas dobles y hasta diez personas en el cuarto.

Y a pesar de las carencias del lugar, Oleh no puede rechazar a los desafortunados: en su hospicio ya han encontrado lugar para una anciana cervecera de la zona.
La filosofía de Oleh es muy simple: no sabes dónde acabarás cuando llegues a la vejez.
«Había un señor mayor que tenía cinco hijos, pero nunca he visto a ninguno de ellos«, recuerda. «Empecé a rehacer su historia y esto es lo que se descubrió: el padre de este anciano también murió en un asilo. Por aquel entonces muchos se dedicaban a la «construcción de un futuro brillante», del comunismo, y enviaban a sus hijos a las guarderías desde que tenían dos meses. Ahora están recogiendo los frutos«.
Recordando esta historia, Oleh Horbachov, quien además cría a cinco hijos, añade emotivamente:
«Hago esto para tener una vejez digna. Quiero enseñarle al Estado que las personas mayores no son material usado. Las personas deben ir en primer lugar.»
«NO SOY UNA CARGA, SOY PARTE DE NUESTRA SOCIEDAD«
Hace seis años, aún en Alchevsk, comenzó una nueva vida para Yuriy Myroniuk.

Inmediatamente después de llegar al hospicio, se casó. Su primera esposa falleció y sus familiares lo echaron de casa. Así acabó en la calle.
Por eso el hospicio fue para él un verdadero hallazgo. Había comida, ropa y un techo sobre su cabeza, y encontró el amor inesperadamente.
Hace un tiempo Yuriy perdió la visión en ambos ojos: «Mi esposa me conducía, para mí era mi guía. Ella me llevaba y me contaba lo bonito que era todo aquí«.
Aunque esto son recuerdos, recientes, pero parte del pasado. Gracias a los donativos, a Yuriy le hicieron una operación en un ojo.
«Ahora puedo ir por las escaleras sin ayuda«, se alegra el anciano, que nos hace una excursión por el edificio y recuerda la evacuación.

«Nos pudieron trasladar al tercer intento: la primera vez bombardearon el lugar, la segunda los disparos no nos dejaban salir… ¡Mire! Nuestros chicos están trenzando mallas para los soldados«. Nos muestra una red terminada en un comedor amplio y limpio en la segunda planta.
Su esposa Olena tiene 55 años. Hace algunos años sufrió un infarto. Justamente gracias a los que la rodeaban allí, en el hospicio, pudo ponerse de pie y caminar. Aquí, en el hospìcio, se encontró con su destino.
La señora Olena cumple responsablemente con sus obligaciones: ayuda en la cocina y friega los platos.

«Yo friego los platos, mi marido me ayuda. También cuido de otros ancianos. No soy una carga, soy parte de nuestra sociedad«.
Ihor Volodymyrovich, de 62 años, tampoco pierde el tiempo. A su hermano lo asesinaron y se quedó solo en la calle. Aquí, en el hospicio, con la llegada del calor se dedica a cuidar del jardín.
Riega los árboles y las plantas: «Así es, me gusta encargarme de arreglar nuestro patio. Ya es verano y la naturaleza nos brinda esta belleza. Yo la ayudo a mantenerse«.
Iván Mykolayóvych tiene ya 77 años. Con esta edad se quedó solo. Encontró por sí mismo el centro para personas mayores en Alechevsk, se acercó y dijo: «Estoy solo, quiero unirme«.
Ya en el óblast de Kyiv, el señor Iván decidió dedicarse a ayudar en la cocina.

«Para mí lo más agradable es asar verduras, ayudar y cuidar de los demás«, comenta el anciano, trasladado desde Luhansk.
A pesar de su edad, Iván Mykolayovych sigue siendo muy activo y se muestra optimista.
Víktor Oleksiyovych, 76 años, oriundo de Piskiv, en el raión de Yasynuvata (óblast de Donetsk). Vivió durante casi un año en sótano de un edificio, soportando los tiroteos más intensos. Como consecuencia de las operaciones militares, perdió casi por completo el oído.
Los soldados ucranianos le encontraron en un sótano y se lo llevaron a la enfermería. Y ya en la enfermería los capellanes lo llevaron al centro para personas mayores.
«Bueno, abuelo, ¿te irás a Kyiv?», me preguntaron los capellanes. ¿Y por qué no ir? Iré. Lo importante es no oír más tiroteos…»

Volodymyr Fedorovych, de 69 años, del óblast de Luhansk, se quedó solo, su mujer falleció. Unos voluntarios lo llevaron al hospicio.
Dice que para él lo peor fueron los tiroteos, cuando no sabía desde dónde volaban los proyectiles, desde qué bando disparaban, y no saber cuándo acabará todo esto.
«Ni siquiera sabía si alguien me encontraría después de este horror«, recuerda Volodymyr. «¿Que con qué sueño estando aquí? Mi sueño es tener más papel y lápices, así podré hacer este mundo un poco mejor.»
Según datos del Ministerio de política social, el 60% de los desplazados son personas de edad avanzada o con movilidad reducida.

Sólo en el óblast de Kyiv hay 17.000 de ellos procedentes de Donbás. Sin embargo, en los informes no se menciona a los sin techo de Donbás, a los alcohólicos ni a los drogodependientes, que, a pesar de todo, también buscan la paz y la tranquilidad.
Fuente (en ucraniano): Ukrainska Pravda.
Traducción por Jaime García