La Verdad sobre la Guerra en Ucrania

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Un soldado del ejército de los EE.UU. encabeza tropas de la Guardia Nacional de Ucrania durante los ejercicios militares en una base de Yavoriv, Ucrania occidental. (Foto: Nolan Peterson/Daily Signal)

En septiembre de 2014 vi una batalla de tanques desde una colina en Mariupol, Ucrania.

Recorrí el campo de batalla el día de la firma del primer alto el fuego, el 5 de septiembre de 2014. Contemplé un cementerio de tanques, y vehículos de transporte blindados achicharrados y destruidos. Y montones de soldados fallecidos que me recordaban los moldes de yeso de los muertos de Pompeya, la manera en que parecían congelados al momento de su muerte en movimiento.

El conflicto era ya entonces, y sigue siendo hoy, una verdadera guerra.

Nota del Editor: este artículo es una transcripción de las observaciones realizadas por Nolan Peterson, corresponsal exterior del Daily Signal, a la cumbre anual del grupo de trabajo Estados Unidos-Ucrania, en Washington, D.C. Los actos del 15 de junio los patrocina el Consejo de Política Exterior Estadounidense, el Centro para las Relaciones Estadounidense-Ucranianas y el Comité del Congreso Ucraniano en Estados Unidos.

Durante los primeros meses de la guerra, y con el ejército regular ucraniano en horas bajas, eran los civiles ucranianos quienes, cada día, engrosaban las filas de un ejército partisano que logró detener el avance de las fuerzas combinadas rusas y separatistas que habían tomado la iniciativa y la ventaja en la región del Donbás.

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Soldados ucranianos voluntarios en Shyrokyne, ciudad del frente de batalla (Foto: Nolan Peterson/The Daily Signal)

El esfuerzo bélico lo asumió la sociedad civil desde la base; un ejemplo de sociedad a la que no tuvo nadie que persuadir para marchar a la guerra con una ninguna campaña publicitaria, sino que, motu proprio, comprendió de forma espontánea y orgánica que lo que estaba en riesgo era la propia existencia de su patria.

Fue la sociedad civil ucraniana en su conjunto, y no sus fuerzas armadas, quien repelió la invasión rusa del Donbás en 2014.

Y, ahora, tres años después del comienzo de la guerra, y más de dos años desde la entrada en vigor de los acuerdos de alto el fuego de Minsk II, los soldados ucranianos aun están en las trincheras en el frente, soportando ataques de artillería, morteros, francotiradores, proyectiles de tanques y misiles, en una guerra estática que parece no tener fin. Una guerra de trincheras y posiciones fortificadas a lo largo de 250 millas en el frente de batalla en Donbás. Es una batalla de largo alcance, en la cual los soldados rara vez ven a quien están disparando.

Es un tipo de combate aterrador, que nunca experimenté durante mi carrera como piloto de operaciones especiales de la Fuerza Aérea en Irak y Aghanistán.

El cese del fuego de febrero de 2015, denominado Minsk II, es una farsa. La guerra continúa y los soldados y civiles de ambos bandos siguen muriendo y siendo heridos casi todos los días.

Así todo, la guerra ha endurecido a Ucrania, tanto a sus soldados como a su población civil, y ha probado que el país está listo y dispuesto a pelear por su libertad.

En mi etapa de corresponsal de guerra he observado que la evolución militar de Ucrania no puede definirse con otra palabra que no sea extraordinaria.

En 2014, el ejército ucraniano era una fuerza sin timón, que había sido desguazado tanto en equipamiento como en personal durante veinticinco (25) años de descuido y desmantelamiento deliberado, por gobiernos corruptos que respondían a Moscú.

En los pasados tres (3) años, y al la vez que libraba esta guerra, Ucrania ha reconstruido sus fuerzas armadas, hasta convertirlas en las segundas más grandes de Europa, compuestas de 250.000 efectivos en actividad y 80.000 reservistas. En el continente solo las fuerzas armadas de Rusia son más grandes.

«Es como construir un barco mientras ya estás en el mar», me dijo Luke Coffey, Director del Centro de Política Exterior de Heritage Foundation.

Además Ucrania aumentó el presupuesto militar un 23 % el año posterior al de comienzo de la guerra. El actual presupuesto militar de Ucrania de 6 millardos (6 mil millones) de US $, y representa aproximadamente el 6 % del Producto Interno Bruto (PIB) del país. Y el gasto militar está planificado para incrementarse en un 10% anual.

Ucrania opera en la actualidad más de 2.800 tanques – comparado con 423 de Francia, 407 del RU, y 408 de Alemania.

Del mismo modo, Ucrania dispone de 625 sistemas lanzacohetes múltiples – comparados con 44 en Francia, 42 en el RU y 50 en Alemania.

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Un manifestante fuera del Parlamento Ucraniano en 2015

A pesar de que Ucrania mantiene una ventaja numérica sobre otras naciones europeas en términos de tropas y armas convencionales, sus fuerzas armadas necesitan ser modernizadas. Gran parte de su arsenal data de la Guerra Fría.

Muchos de los kalashnikovs que usan las tropas ucranianas tienen número de serie de los 70s, de los 60s y aun más antiguos.

Aun así, en un giro completo desde la Guerra Fría, la doctrina estratégica militar de Ucrania identifica ahora a Rusia como la principal amenaza de seguridad del país. En consecuencia, Kyiv está reconstruyendo sus fuerzas armadas con el objetivo específico de defenderse de una invasión rusa, adoptando estándares de la OTAN antes de 2020.

Para modernizarse, Ucrania está renovando su complejo militar-industrial.

En el año 2016, Ucrania fue el noveno mayor país en exportaciones de armamento. En 2016 las exportaciones pegaron un salto de 25% respecto de 2015, totalizando US $ 750 millones.

Petro Poroshenko, el Presidente de Ucrania, ha hecho un llamado para que Ucrania se ubique dentro de los cinco (5) mayores exportadores de armas del mundo para 2020.

A pesar de ello, la renovación del complejo militar industrial de Ucrania está equivocado.

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La policía frente al Parlamento de Ucrania durante una protesta en 2015

El nacionalizado conglomerado de producción para la defensa de Ucrania, Ukroboronprom, se ha concentrado en fabricar artículos de escaparate como tanques, sistemas de cohetes sofisticados y vehículos blindados para el transporte de personal, con lo que se dedican fondos limitados para hacer frente a las necesidades básicas de los campos de batalla.

Por ejemplo, tras más de dos (2) años de conflicto estático, no hay todavía (hospitales quirúrgicos móviles de campaña) unidades en las líneas del frente para proveer cuidados médicos iniciales a los efectivos heridos. Si los soldados son heridos, deben trasladarse por caminos llenos de socavones, a menudo en la parte trasera de vehículos civiles, para ser trasladados al hospital más cercano y recibir tratamiento.

Las tropas ucranianas en su gran mayoría dependen de organizaciones no gubernamentales y civiles voluntarios para cosas como entrenamiento médico de combate, equipos de primeros auxilios individuales, protección anti balas personal, uniformes, agua y alimentos.

En la mayor parte de los sitios, los efectivos ucranianos utilizan todavía mapas de la era soviética en los campos de batalla. Aunque algunos estudiantes  universitarios emprendedores han creado aplicaciones para tablets que pueden ser utilizados para apuntar a los blancos de la artillería, sobre mapas digitales de la zona de guerra.

Pero los soldados tienen que comprarse las tablets por su cuenta.

En Marinka, ciudad en el frente de batalla, las tropas ucranianas tienen que robar electricidad de la red eléctrica local (después de ya tres (3) años de guerra), ya que el gobierno aun no los ha provisto de grupos electrógenos.

Algo tan simple y barato como la modificación de drones de venta libre para el reconocimiento y para apuntar a morteros, está aun siendo llevado a cabo por voluntarios civiles. Muchos de los cuales son estudiantes universitarios patriotas.

Como resultado: el complejo militar-industrial de Ucrania está siendo socavado por la corrupción. En su conjunto, está más comprometido en fabricar armamento para la exportación que para cubrir las necesidades de las tropas ucranianas en el frente.

El gobierno asignó 13,5 millardos de hryvnias (cerca de 500 millones de US $) en 2016 para reparar, modernizar y producir nuevas armas para sus fuerzas armadas.

Ukroboronprom, no obstante, dijo que recibió solo un tercio de esta cantidad  del gobierno, y está operando a menos de la mitad de su capacidad de producción.

Aun, a pesar de su carencia de materiales bélicos, Ucrania tiene ahora unas fuerzas armadas robustecidas por el combate en un tipo de conflicto que ninguna tropa activa en los EE.UU. tiene experiencia.

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Un soldado ucraniano en un programa de entrenamiento del ejército de EE.UU. en el Oeste ucraniano

He tenido la oportunidad de observar la operación de entrenamiento de ejército de EE.UU. en Yavoriv, en Ucrania Occidental. Y la impresión general que tuve fue que los soldados ucranianos tienen más que enseñar a los estadounidenses que a la inversa.

Guerra de trincheras, batallas de tanques, fuego de artillería y cohetes – El ejército de Ucrania tiene años de experiencia en combatir una guerra convencional sin cobertura aérea, escasa posibilidad de evacuaciones médicas y suministros limitados. Están acostumbrados a estar en el lado débil de la pelea. No es este un lugar familiar para las tropas de los EE.UU.

Los ucranianos tienen también años de experiencia en defenderse de la guerra híbrida rusa, incluyendo ciberataques y propaganda específica. En resumidas cuentas, Ucrania tiene mucha experiencia, la cual los EE.UU. y sus aliados si son astutos deberían estudiar para entender como sería una guerra con Rusia.

La guerra de Ucrania constituye todo un caso práctico de estudio para la guerra híbrida rusa. Y las tropas ucranianas, con recursos disponibles limitados, han improvisado una defensa ante esta que se ha saldado con éxito.

Después de tres años de guerra, en la que han muerto 10.000 ucranianos, la moral permanece alta entre las tropas ucranianas. Aunque están hastiados tras tres años de guerra en condiciones difíciles.

Cada vez que visito el frente, le pregunto a los ucranianos por qué pelean ellos. A lo largo de tres años de guerra inacabable, sus respuestas no cambiaron.

Ellos dicen que pelean por la libertad de su país. Piensan que si depusieran las armas, dejaran sus posiciones y se fuesen a casa, Rusia no irían invadiendo Ucrania a medida que ellos se marchasen.

Destacando esta amenaza existencial a su Patria, la sociedad ucraniana se ha militarizado como consecuencia de la guerra.

A través del país, los civiles se reúnen regularmente para recibir entrenamiento militar. Comprenden una red de fuerzas partisanas llamados batallones de defensa territoriales, que pueden ser rápidamente movilizados para la defensa en caso de una invasión rusa.

Esta mentalidad de defensa desde la base, que fue lo que salvó a Ucrania de un desastre en 2014, promete un conflicto de guerrilla prolongado si Rusia vuelve a lanzar una ofensiva mayor contra Ucrania.

Los ucranianos tienen la voluntad de pelear. Lo han probado peleando y muriendo por su libertad, sin ayuda, en contra de las segundas fuerzas armadas más poderosas del mundo por más de tres años. Pero ellos necesitan ayuda.

Los EE.UU. han provisto al día de la fecha algo de tecnología, la cual probó ser útil en el campo de batalla. He observado a las tropas ucranianas usar el ‘Drone Raven’ en el frente de batalla en las afueras de la ciudad de Marinka para apuntar sus morteros sobre las posiciones enemigas y vehículos.

Los EE.UU. también ha equipado a las fuerzas armadas de Ucrania con radares contra baterías, que están ahora desplegados para proteger algunas posiciones militares.

No obstante, no están siendo utilizados para defender áreas civiles como las ciudades de Marinka y Avdiivka, que frecuentemente son sometidas a fuego de artillería y cohetes.

Un funcionario militar ucraniano me dijo: «Estas unidades, aunque no letales, son consideradas armamento, por lo tanto no las ubicamos en las áreas residenciales o ciudades para no atraer el fuego enemigo, y poner en peligro la seguridad de los civiles que allí viven.»

La pregunta aún sin respuesta aquí en Washington es si EE.UU. debe enviar a Ucrania armamento defensivo  letal. Basádome en lo que he observado, y  en conversaciones con funcionarios ucranianos, el armamento letal de los EE.UU. a esta altura sería en gran parte un gesto simbólico. Aun así, enviaría un mensaje muy claro a Moscú acerca de la resolución de los EE.UU. de defender a Ucrania de más agresiones.

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Daño producto de las batallas en el Este de Ucrania

Y sería, además, la reafirmación del derecho de los pueblos, con independencia de en qué esfera de influencia se encuentren, a decidir su propio destino.

A pesar de todo, para verdaderamente hacer una diferencia en el campo de batalla tal como existe hoy, las tropas ucranianas necesitan lo básico: protección antibalas personal, visores nocturnos, radios encriptadas y equipos de primeros auxilios.

Un último comentario al margen, antes de concluir.

Cuando estuve de corresponsal integrado en el ejército ucraniano en Pisky en junio de 2015, me hice amigo de un soldado de 19 años, Daniel Kasyanenko, que me impresionó: este chico albergaba el temor a que la guerra lo dejara sin alma, me dijo, y que había visto demasiada cosas horribles como para jamás volver a ser feliz.

Dos meses después de habernos conocido, un mortero mató a Daniel mientras peleaba en las trincheras en el Este ucraniano.

Ayer le envié un correo electrónico a la madre de Daniel, Marina, y le dije que estaba aquí en Washington para contarle a la gente sobre la guerra y como su hijo perdió la vida defendiendo su tierra amada.

Ella me respondió: «Gracias, el mundo entero debe conocer la verdad de la guerra en Ucrania. Uno hace lo que puede para evitar que nuestros chicos sigan muriendo».

Fuente: Nolan Peterson, The Daily Signal, 10 de agosto de 2017.

 

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