
La guerra en Ucrania. «Pequeños hombres de verde» (sinónimo de soldados rusos sin identificación) entraron a la península de Crimea a fines de febrero de 2014. En la Primavera del mismo año, tropas rusas entraron a Donbás, tomando los principales gobiernos y constituyendo dos estados títeres – las «RPL» y «RPD». A pesar de negociaciones políticas, treguas y acuerdos, la guerra no ha cesado y ha penetrado la vida de cada ucraniano. Los medios occidentales se han cansado de informar sobre estas batallas diarias como poco fuertes y aburridas., no espectaculares… y este «conflicto híbrido» es simplemente muy difícil de entender. La guerra en el Este de Ucrania está entrando en su tercer año, los hombres están muriendo, muchos son mutilados o quedan severamente lastimados, otros están traumatizados de por vida. Aquí un pequeño capítulo de las vidas individuales – los soldados y sus esperanzas y temores personales: de muerte, de nunca ver a su familia, de la camaradería, de la desesperanza, y del horror de la guerra.
SERHIY YUSHCHENKO

Serhiy nació en la ciudad de Uzdytsia, Oblast de Sumska el 8 de noviembre de 1975. Antes de la revolución de la dignidad y de la guerra, trabajaba en la construcción en Kyiv, ya que no había chanche de encontrar trabajo en su área. Por lo pronto había muy poco trabajo en los 90s, tiempos difíciles para Ucrania que estaba recién emergiendo de muchos años de opresión Soviética. Por ello cuando Serhiy recibió su cédula de llamada en 1994, no dudo y fue a cumplir con su tarea. Sirvió en el Ejército como un guardia de frontera hasta 2005.
Serhiy participó en la Revolución de la Dignidad cuantas veces pudo, pero por algún golpe del destino no pudo llegar aquellos «días mortales» en febrero… quedó atrapado en el tránsito en las afueras de Kyiv.
Serhiy fue movilizado en marzo de 2015 y tuvo entrenamiento militar en el Centro Militar Desna, durante un mes y medio. Fue luego desplegado en Lysychansk con la 24a Brigada Mecánica Separada, para mantener las líneas de defensa en el Oblast de Luhansk . Fue allí que encontró a Kateryna, y fue amor a primera vista. Ella ha estado con él desde entonces, nunca dejando su lado, atendiendo sus necesidades y rechazando personas inquisidoras e invasivas.
En noviembre de 2015, Serhiy fue enviado al Centro de Entrenamiento Militar de Yavoriv donde los soldados ucranianos trabajaron con paramédicos canadienses.
Los canadienses estaban de alguna manera sorprendidos por nuestra prontitud para el combate. Creo que esperaban un ejército de chusma, pero para ese momento ya habíamos juntado experiencia de combate y algunas aptitudes militares. No fueron todas rosas al comienzo de la guerra, y sobrevivimos gracias a los voluntarios. ¡Ellos nos proveyeron de todo! ¡Si no fuera por ellos, nuestras tropas hubieran sido barridas hasta el último hombre! De cualquier manera, los canadienses tenían poco conocimiento sobre mecanismos de cable trampas y minas de fragmentación personal, ya que estos dispositivos están prohibidos en todos los países. Creo que ambos bandos aprendimos uno de otro.
(Tratado de Ottawa 1997, aunque este tratado no ha sido aún aceptado por un número de países incluyendo a los Estados Unidos, Rusia, China, Pakistán, e India-Ed.)
El 8 de mayo de 2016, Serhiy y seis de sus camaradas partieron en una misión de reconocimiento cerca de la aldea de Krymske. Uno de los hombres pisó una mina que explotó, matando un soldado e hiriendo a Serhiy y a otro. Fue inmediatamente transportado, consciente y sangrando profusamente al Hospital Militar de Kharkiv donde fue sometido a una cirugía de emergencia – fragmentos en los pulmones, en la cadera, la espalda y en la parte izquierda de su cara, donde los médicos le colocaron una placa. Serhiy ha tenido ocho operaciones en total, y aún hoy sufre de una contusión en la columna. No obstante, Serhiy es optimista, ya que su columna no fue dañada y sostiene con firmeza que volverá a caminar.
Llevará mucho tiempo y esfuerzo, una fuerte voluntad y disciplina, pero haremos que funcione
Acerca de la invasión rusa y la guerra:
El peor momento fue al final del verano de 2014 cuando los rusos invadieron Donbás. Plantaron cable trampas y minas anti personales por doquier, aún en parques de juego y cerca de escuelas.
No nos comunicábamos mucho con la gente local. Estaban muy desconfiados de nosotros en un comienzo, pero una vez que comprobaron que no eramos ni alcohólicos, ni adictos a las drogas, aceptaron nuestra presencia. Usted sabe… todo depende del oficial al mando y del profesionalismo de los soldados. Hicimos mucho en estas aldeas, limpiamos el desastre y proveímos las necesidades básicas diarias. Los capellanes militares están también haciendo mucho, trabajando con los chicos y la población local.
Déjenme contarles de la OSCE… ¡son inservibles! Nosotros fuimos testigos de los colaboradores rusos retirando artillería pesada, cuando se preveía que la gente de la OSCE llegara.. ¡y luego traían todo nuevamente!
¿Qué quiero yo? Lo que todos queremos – la paz y un retorno a la vida normal.. Pero tenemos que sacarlos primero de nuestras tierras. Los chicos están hartos de estar sentados allí en esas profundas trincheras disparando y esperando a ser bombardeados. Ellos se están volviendo holgazanes, inquietos y deprimidos. ¡Está mal! Necesitamos ir para adelante y expulsarlos… y asegurarnos que no vuelvan nunca más.
YURIY OMELIUKH

Yuriy de 24 años y ojos azules, afectuosamente llamado «Yurchyk» saluda desde la aldea de Lukiw, en el Oblast de Volyn. Yuriy se enroló en la escuela vocacional local, un alumno promedio que prefería estar jugando al football y escuchar a Led Zeppelin, los Rolling Stones y los Beatles antes que enterrar su nariz en los libros. Hay tres chicos en la familia.
El 13 de junio de 2014, Yuriy y algunos amigos viajaron a la oficina local de reclutamiento y se alistaron pues alguien tenía que ir.
Nosotros no podíamos sentarnos y esperar que ellos vinieran a nuestra aldea. Fue una decisión normal para todos nosotros.
Se sometieron a un mes de entrenamiento militar en Yavoriv y partió hacia Volnovakha en octubre de 2014. Por lo tanto Yurchyk ha estado en servicio activo desde los primeros meses de la guerra. Al principio lo desplegaron en un puesto de control durante varios meses. Volvió a su hogar de licencia y luego fue enviado a una guarnición militar cerca de hogar en Lukiw.
El 21 de febrero de 2016, Yurchyk estaba de guardia cuando entró a la garita de guardia y vió un arma sobre la mesa y a un oficial borracho sentado medio dormido en una silla.
Simplemente le pregunté porqué estaba el arma allí, a plena vista, sobre la mesa. Él agarró el arma y me disparó. Luego gritó: ¡Lo que he hecho! … ¿pero qué va a cambiar eso? Ese teniente nunca fue una buena persona. Lo conocíamos bien.
El teniente era de Luhansk, transferido para servir en la retaguardia en Volyn cuando comenzó la guerra. Es obvio que no estaba peleando por su país y había elegido refugiarse en un reducto más seguro y lejano, mientras que chicos jóvenes como Yurchyk y sus amigos iban al Este para encontrarse con el enemigo… Yurchyk está amargado por este incidente y dice que sería menos doloroso e insultante si hubiera sido herido en combate o en Donbás y no en casa… el caso está actualmente bajo investigación.
Yurchyk sufrió daño interno severo en la medida que el proyectil atravesó su cuerpo – el hígado, ruptura de la vesícula, daño al duodeno, la vértebra L2 y la médula ósea a ese nivel. Paraparesia inferior severa y sangre en la cavidad peritoneana. El proyectil fue retirado, pero Yurko no tiene sensibilidad en su pierna derecha. Pero el dolor es lo peor de todo… un dolor que lo ha acompañado desde aquel trágico accidente. ¡A veces duele tanto que se duerme solo cuando está exhausto! Los analgésicos no ayudan. Yurko se retuerce del dolor, toma sus manos firmemente y mira a la pared:
Es un martilleo pesado que nunca para. Duele aún cuando uno pone la mano cerca de la pierna sin tocarla. Lo puedo sentir.
A veces el dolor es tan fuerte que el cuerpo de Yurchyk empieza a convulsionar y el joven chico grita del dolor.
Yurchyk no está nunca solo. Alguien de la familia está siempre a su lado. La semana pasada estaba Sasha, su hermano mayor. Hoy es su padre, Leonid, un hombre sencillo que está muy orgulloso de su hijo, pero de alguna manera perdido y frustrado en este mundo de sufrimiento y dolor. Yurchyk se da vuelta, una fugaz sonrisa ilumina su cara juvenil:
Mi mayor deseo… caminar, correr, y bailar como antes.
La guerra saca lo mejor y peor de los hombres…
Fuente: Christine Chraibi, Euromaidan Press, 4 de agosto de 2016.
Fotos: cortesía de Juan Mora. Juan Mora es un fotógrafo y voluntario en Con Ucrania. Actualmente basado en Kyiv.
